Desde 1985 la palma de cera es el árbol nacional de Colombia, se trata de la planta más alta del mundo y tiene un crecimiento aproximado de 60 metros durante los dos siglos de vida que consigue tener, está es la razón por la que alguien que siembre una palma en su juventud no podría verla cuando llegue a su adultez pues tarda unos 80 años en crecer, si, toda una vida humana. Esta palma se encuentra ubicada en diferentes partes de la cordillera de los Andes en medio de los bosques de niebla que pintan de verde oscuro las montañas, conforme se asoman las palmas el paisaje se convierte en uno solo, grandes planicies con elevaciones oscuras que le brindan un aspecto frío a la región, una que otra finca cada tanto y algunas vacas pastando.
Así es el paisaje en el Tolima ya que una de las poblaciones más grandes de palma de cera se encuentra en esta región, más exactamente en los municipios de Ibagué, Cajamarca y Roncesvalles. Este es un viaje por el Cañón de Anaime para conocer a las gigantes del bosque, un bosque que ha ido desapareciendo, un bosque por el cual nadie se interesa, pero, el bosque que contiene el denominado árbol nacional, símbolo patrio de nuestro país desde 1985. Aunque la mayoría de personas relacionan a la palma de cera con el Quindío, la realidad es que el Tolima lleva esta enorme riqueza entre sus montañas a partir de los 1800 metros de altura y hasta los 2800.
El profesor de Biología Sergio Losada hizo un apartado sobre la historia de la palma en el país abordando las diferentes vicisitudes que ha pasado el símbolo nacional en el que mencionó lo siguiente: “Se debe considerar que la palma fue víctima de la colonización y la deforestación que se realizó para la siembra de agricultura y para las pasturas, además de la asociación con los ramos de Semana Santa puesto que consideraban que el mejor ramito era el de palma de cera y al hacer el dobles pues la hoja no se va a partir porqué tienen ese componente de cera. Además se tenía la práctica de raspar la cera para generar velas velones y otras cosas así” Estas prácticas han acompañado los lentos pasos de la palma de cera mientras se estira hasta completar su adultez, ganando suficientes adeptos en el camino como para convertirse en árbol nacional, atractivo turístico y estar en camino a ser una especie con un área protegida.
Los interesados en la especie sombrilla
La palma de cera que se encuentra en el Tolima está dentro de predios privados lo que dificulta su conservación aun cuando está protegida por la resolución 1912 de 2017 y 0126 del 2024 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y por la ley 61 de 1985 en la que dicha especie fue categorizada como amenazada a nivel nacional, esto se estipula en su artículo 3: “Prohíbese la tala de la palma de cera bajo sanción penal aplicable en forma de multa, convertible en arresto, en beneficio del municipio donde se haya cometido la infracción”.
Mientras la ley hace malabares junto a las instituciones públicas, siete especies de palma de cera están en peligro de extinción, la “Ceroxylon alpinum”, “C. quindiuense”, “C. flexuosum”, “C. mooreanum”, “C. utile”, “C. sasaimae” y “C. ventricosum”.
La que encontramos en Anaime vereda de Cajamarca es la C. quindiuense, los cuerpos de las palmas son lisos y se llaman palmas de cera porque están cubiertas por este material, su tallo blancuzco como las canas da cuenta de sus años, el musgo la viste a medida que nos acercamos a su fruto, en lo alto de sus ramas, en donde como si esparciera su sabiduría sirve de alimento a la fauna que la rodea, a las cerca de 43 especies que habitan el ecosistema de la palma.
Los bosques de niebla son la casa de la palma, allí crece y se forma gracias a la sombra que le ofrece el bosque, se fortalece y logra sobrepasar la altura de los árboles. El paisaje que construyen es único y ha sido la comunidad la que ha llamado la atención sobre el árbol nacional informándose y tomando acciones para su conservación.
También se conoce que la palma de cera es una especie sombrilla, es decir que al cuidarla se conserva todo el ecosistema, puesto que si la palma no se tala y el bosque alrededor tampoco, las especies de animales se conservan y la fauna y flora aumenta. Pero la vista es muy diferente, las palmas se encuentran desnudas, el bosque que debería protegerlas no están y muchas desaparecen para dar paso a las aguacateras que empiezan a cubrir todo el cañón del río Anaime pues aún con las leyes y resoluciones ya mencionadas y teniendo el plan de manejo que ha realizado Cortolima este paisaje va en aumento.
Por otro lado, las acciones las están tomando los ciudadanos, las comunidades que han comprendido la importancia de dejar las palmas en sus territorios y se han encargado de implicar en sus procesos a biólogos y entidades encargadas del cuidado ambiental en sus municipios.
La problemática es que no están protegidas y se encuentran en predios privados, espacios en los que “Algunos han querido conservarla pero hay otros que necesitan el espacio para su producción agrícola o ganadera”, así lo comentó el profesor Losada, y si a lo anterior se le añade que los proyectos de conservación duran cuatro años y esta es una planta que se demora tanto tiempo en crecer se convierte en un proceso difícil de llevar a cabo. De todo esto se dio cuenta Felipe Carranza politólogo de la universidad del Tolima y oriundo de Cajamarca, que motivado por toda esta situación creó junto con otros amigos la Corporación Vida Andina.
Pero cómo crear una corporación no soluciona los problemas ambientales decidió buscar apoyo para argumentar que sí era posible el cuidado de la palma y sus entornos, pero aquí viene lo difícil, Felipe agrega a lo dicho anteriormente que los primeros en decir que estos procesos de conservación de la palma de cera no se podían llevar a cabo fueron los biólogos y que las instituciones tampoco estaban interesadas pues al demorar tanto creciendo no alcanzaban a dar algún resultado. Aunque actualmente “se habla del tema por una sentencia que hay de la procuraduría a Cortolima que obliga a la institución a cumplir con unas normativas” así lo mencionó Felipe.
Antes de turistear, intentemos conservar
Se piensa en la palma como un ente turístico que visitar, y es que si, las palmas son muy bonitas y hacen un Paisaje increíble, pero en un estudio sobre la estructura y la conectividad de la palma de cera en el Tolima se demostró que “La función y estructura de los paisajes naturales sufre constantemente transformaciones por factores antropogénicos y naturales… Ejemplo de esto son los bosques de niebla ubicados en los Andes Colombianos, los cuales se han visto fuertemente impactados por procesos agrícolas y ganaderos no sostenibles”.
Es desde el aspecto paisajístico de la palma de cera que se habla de la biología de la conservación para los ecosistemas que rodean el emblema nacional pero, ¿cómo es que los porcentajes son tan importantes en la conservación, porque hablamos de biología de la conservación y cuál es la fauna que resultaría beneficiada de este cuidado?.
Teniendo como base que esta especie no se regenera ni crece fácilmente, en el trabajo de grado de Luara Daniela Rojas Sandino sobre conectividad estructural de las áreas boscosas con palma de cera y el cómo se relacionan estas con la fauna y flora del lugar, da cuenta de que “a nivel ecológico, las palmas existentes a nivel nacional y sus frutos tienen una estrecha relación con la fauna en todos los sitios en donde crece, ya que una vez se da la polinización por parte de insectos y se inicia el desarrollo y maduración de los frutos, estos constituyen una fuente de alimentación importante para la fauna silvestre, y sus semillas son dispersadas por diversos agentes, completando así el proceso de propagación de diferentes especies de palmas”
Sí, alrededor de estas gigantes que están desnudas, aun queda algo de bosque, aun hay aves que pasan rápidamente rodeando las palmas y ejerciendo la labor que por naturaleza les compete, la naturaleza aún huele a naturaleza. No es difícil comprender que las palmas de cera y el ecosistema que la rodea requiere unas condiciones de mantenimiento que no se dan por parte de los dueños de los terrenos privados y tampoco por parte de los que pretenden hacer turismo con ellas. Así que para Felipe, director de la Corporación Vida Andina y para el profesor Losada, los procesos educativos de sembratones son la forma ideal de conservar las palmas y enseñarle a las personas su participación en el medio ambiente.
Por otro lado, rodeada de fotos de aves endémicas de la región está la Oficina de Turismo del municipio de Cajamarca, y no solo es la imágen agradable que hay si no la intención de lo que están haciendo con la comunidad de tochecito para unirse con ellos y evitar en sus territorios lo que ha sucedido con el Quindío, un turismo masivo que solo ha dejado contaminación y unas pocas y solitarias palmas sin futuras compañeras por crecer, pues por la compactación del suelo muchas semillas mueren. Para Dario Tellez, secretario de turismo de Cajamarca, los municipios donde está la palma se unen para apropiarse del territorio. Una de las acciones que están definiendo es la señalización para que las personas conozcan donde se encuentran y se enteren en sus viajes a hacer turismo, que la palma está en esta región.
Las fundaciones se unen con las comunidades y están promoviendo la conformación de reserva de la sociedad civil a esto el profesor Losada menciona que “Sería muy bueno facilitarle a los dueños de predios privados que puedan ingresar a ser reserva natural de la sociedad civil y si no quiere al menos tenerlas en el predio, comprometidos cuidando las pocas que hay” Aun así hay que tener en cuenta que lo que se le pide a la comunidad es mucho, pues se habla de quitarle un terreno que es para su usufructo y que lo destine a la palma.
Adrian, un habitante de la zona del cañón de Anime, considera que “lo primero que se debe hacer es a partir del plan de ordenamiento territorial proteger los bosques nativos para regular las prácticas de ganadería”. También se deben mantener prácticas como las que hace la corporación vida andina, sembrar en sus propios predios y donarlas para que las personas que quieran tenerlas y cuidarlas lo hagan.
Mejor dicho, aunque lo del turismo es latente y la discusión está a las puertas es un tema que no se debería manejar hasta no tener las condiciones de ecosistema sostenibles. Mientras tanto, las palmas consiguieron uno que otro doliente en las personas del común, personas que con sus pequeñas acciones han conseguido que profesores, instituciones y dueños de los predios quieran hacer parte del cambio.