Moverse para sentirse mejor: cómo el ejercicio físico activa la química de la felicidad en el cerebro

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Jessica Ferreira

En medio de la rutina diaria, los cambios emocionales y el estrés propio del día a día, cada vez son más las personas que buscan en el ejercicio físico una forma de mejorar su bienestar. Y no es para menos: diversas investigaciones han demostrado que actividades como correr, ir al gimnasio, practicar yoga o pilates no sólo fortalecen el cuerpo, sino que también estimulan al cerebro para liberar sustancias que influyen positivamente en el estado de ánimo, la motivación y el equilibrio emocional.

Cuando una persona realiza ejercicio físico, su cerebro responde activando una serie de neurotransmisores conocidos como las “moléculas de la felicidad”. Entre ellas se destacan las endorfinas, la serotonina y la dopamina. Estas sustancias cumplen funciones esenciales para el bienestar mental y ayudan a enfrentar con más claridad y energía los desafíos del día a día.

Las endorfinas son conocidas por generar una sensación de placer y alivio del dolor. Son liberadas especialmente durante ejercicios aeróbicos como el running, donde después de varios minutos de esfuerzo físico el cuerpo comienza a sentir lo que muchos llaman el “subidón del corredor”, esta sensación es similar a una leve euforia natural que ayuda a reducir el estrés y mejorar el ánimo.

Por su parte, la serotonina está relacionada con la regulación del sueño, el apetito y el estado de ánimo. Se ha comprobado que la práctica constante de disciplinas como el yoga o el pilates puede aumentar la producción de serotonina, gracias a la combinación de movimiento físico con técnicas de respiración y relajación. Esto resulta beneficioso para quienes enfrentan episodios de ansiedad o depresión leve, ya que favorece una mayor estabilidad emocional.

La dopamina, en cambio, está asociada con la motivación, el placer y la recompensa. Ir al gimnasio y plantearse metas progresivas como aumentar el peso que se levanta o mejorar el rendimiento, activa este neurotransmisor, reforzando la sensación de logro y fomentando la constancia. Cada pequeño avance se traduce en una dosis de dopamina que impulsa a seguir adelante.

Aunque cada tipo de ejercicio tiene efectos distintos, todos comparten un punto en común: contribuyen a crear un equilibrio saludable entre cuerpo y mente. Para muchas personas, adoptar una rutina de ejercicio puede ser una herramienta poderosa no solo para mantenerse en forma, sino para mejorar el ánimo,  dormir mejor y afrontar los retos diarios con más energía.

En un contexto donde la salud mental cobra cada vez más relevancia, moverse se convierte en mucho más que una actividad física: es una forma de autocuidado. Ya sea corriendo por el parque, levantando pesas, estirando en una clase de yoga o conectando cuerpo y mente en una sesión de pilates, el ejercicio es una vía accesible y natural para activar el bienestar desde adentro.

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