El mundo respira el aroma del café tolimense de especialidad

Tan grande es el universo del café como distantes los lugares a los que ha podido llegar desde el Tolima.

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Salomé Suarez Valderrama

Caña panelera, cítricos, frutales, aguacates y café, eso era lo que cultivaba el padre de Milton Monroy, caficultor tolimense, cuando él aún era pequeño: “fui criado en una finca cafetera”, dice con orgullo. Actualmente es en la vereda San Cayetano Alto, de Ibagué, en donde este caficultor, que hace parte de la tercera generación de su familia dedicada a esta labor, cuenta con cerca de 25 hectáreas aptas para el cultivo. Al pensar en su infancia Milton menciona cómo ha estado vinculado al café toda su vida y los recuerdos imborrables que ha dejado esto en su memoria. 

Qué mejor que sentarse, desde una finca cafetera, a disfrutar el aroma de una buena taza de café colombiano mientras se observa el paisaje montañoso que se asoma por la baranda, pero aun mejor, probar un café de calidad tolimense y darse el gusto de decir, éste no es como los otros. De lo anterior es testigo Mariana Ordáz Zúñiga, egresada de Comercio Exterior de México y que vino a realizar sus prácticas universitarias hace unos meses en Ibagué, dice que desde que llegó “Colombia, me robó el corazón”, pero que además desde que probó y aprendió sobre el café tolimense “eso me ayudó mucho y ahora es de como que, no, yo ya no consumo cualquier café, ahora tengo mis expectativas altas”.

Para los expertos del sector, los cafés que se pueden considerar como de especialidad son aquellos que tienen una puntuación por encima de 80 en una escala de 100 en la que se evalúa su origen, sabor, aroma y otros de sus atributos. En esta puntuación tiene mucho que ver la Specialty Coffee Association (SCA), una entidad encargada de establecer estándares a nivel mundial sobre la calidad del café. Además, hay algo clave que resalta la asociación y es que “la especialidad sólo puede ocurrir cuando todos los involucrados en la cadena de valor del café trabajan en armonía y mantienen un gran enfoque en los estándares y la excelencia de principio a fin”.

Es por ello que, a grandes rasgos, el café se puede clasificar en dos grupos, los cafés de consumo, que son los que normalmente compramos para nuestros hogares; y el segundo, el buscado por un grupo más selecto, los cafés de especialidad que, como se indicó, debido a su trazabilidad conservan atributos que los hacen especiales. Está comprobado, una vez que se aprende cómo debería ser el sabor de un verdadero café, uno de especialidad, al probar los otros nada vuelve a ser igual.

En la cadena del valor del café todo inicia con su cultivo y lograr entregar al consumidor un producto de calidad es uno de los objetivos de Monroy, quien indica que se quedó en el campo porque “quise apostarle a la caficultura de manera distinta, dando un valor agregado a cada uno de los productos que hay en la Finca”. Si bien en un futuro quisiera contar con la tecnificación suficiente para diversificar sus cultivos al igual que lo hacía su padre, hoy le apuesta al proyecto de los cafés especiales cultivando cinco variedades, entre las que están el Geisha, Caturra, Bourbon Rosado y Tabi. Cultivos que se encuentran en sus tierras a una altura entre los 1.700 y 1.900 msnm.

Según cifras de la Federación Nacional de Cafeteros, para el 2023 el área cultivada con café para el Tolima era cercana a las 106 mil hectáreas. Pese a no ser el valor más alto de los últimos años para el departamento, es el segundo más arriba entre los que cultivan café en Colombia. Nicolás Trujillo, director de la famiempresa Café de los Arrieros, aclara al hablar de la comercialización de los cafés de especialidad que “la altura es importante porque les da unas notas, aromas y fragancias especiales por el proceso de maduración y formación del grano de café, en la altura se desarrollan mucho mejor”. Respecto a las zonas en las que se cultivan estos aclamados cafés, cada cosecha conserva características irrepetibles y por ello su origen es parte fundamental de lo que lo convierte en un café de especialidad, pero todo el proceso que viene durante la cosecha y postcosecha determina también su calidad.

Más que un café, una historia

Sentarse a hablar con Nicolás Trujillo, es quedarse anonadado con el conocimiento que posee sobre este tema y la facilidad con la que explica a sus visitantes cómo reconocer un buen café, aunque no sean catadores profesionales, pues como él lo menciona “un café debe disfrutarse”. Las acciones de la empresa han girado en torno a promover una cultura cafetera y aunque “para muchos es tiempo perdido”, Trujillo añade que “el poder crear esa cultura a pequeña escala, pero que le permite a la persona que va a tomar un Café de los Arrieros, conocer su origen, quién lo procesó, nuestras raíces y sobre todo qué lleva al paladar” es la experiencia que busca crear.  Todo esto a través de su Centro de Experiencias, un lugar creado para que quien esté interesado pueda dejarse guiar en un proceso de  catación.

Mariana, a quien mencionamos anteriormente, es una de las personas que ha participado en este proceso liderado por el Café de los Arrieros, ella dice que la experiencia fue inolvidable y que “no sabía cómo expresarlo porque era la primera vez que ponía a trabajar los sentidos”, que a su vez le dió un panorama distinto al que tenía antes porque pudo diferenciar los sabores de un verdadero café.

El Café de los Arrieros es una de las empresas distribuidoras de cafés especiales más conocidas del departamento y que “representa el arduo trabajo, amor, pasión, compromiso y la historia de familias cafeteras del Tolima”. Su historia se remonta a 1.999 y en un homenaje a la tradición del café, que le fue heredada a Nicolás por su padre, decidió continuar con su legado al igual que lo hace Milton, que de hecho es su caficultor estrella y ganador de cinco premios internacionales entre los que se encuentra el de “Mejor café de Sudamérica”.

Aquí, se recalca una vez más algo que mencionó la SCA y que tanto Milton, con su finca cafetera, como Nicolás, con la comercialización de su café, han apuntillado en cada una de sus palabras, algo que también destaca Camilo Carvajal, director de exportaciones del Café de los Arrieros: “el café es una historia que viene desde el momento en que se cultiva hasta el momento en el que se entrega, cada parte es importante y ninguna es más importante que la otra, sino que en cualquier momento ese proceso o adquiere valor o puede dañar el valor propio de ese café que se le entrega al consumidor”.

¿Café tolimense en el mundo?

A nivel global Brasil es el principal exportador de café, seguido de Vietnam y luego, en el tercer puesto, se encuentra Colombia. Anualmente Fedecafé realiza un balance sobre el café y de acuerdo a sus mediciones, para “el año cafetero 2022/23, la producción nacional fue de 10,6 millones de sacos de 60 kg de café verde, 9,1% menos frente a 2021/22.” Colombia cada vez más se sigue convirtiendo en el centro de la mirada con sus cafés de especialidad y  participación de emprendedores de la cadena del café en eventos a escala internacional que permiten posicionar cada vez la marca colombiana.

De acuerdo a Orlando Pacheco, Secretario de Desarrollo Económico del Tolima, tan solo en nuestra región “el gobierno departamental invirtió 11,800 millones de pesos en innovación y valor agregado para cafés especiales del Tolima, beneficiando a más de 550 familias en 75 asociaciones de productores en 13 municipios, financiado a través del Sistema General de Regalías.”

A raíz del aumento en el consumo de este tipo de producto en el exterior, cada vez más se implementan estrategías para fortalecer este sector en el Tolima. “El café tolimense de especialidad no solo representa una importante fuente de ingresos para los productores y empresarios tolimenses, sino que también desempeña un papel decisivo en el desarrollo socioeconómico del departamento, generando empleo, promoviendo la innovación y contribuyendo al crecimiento de la economía regional”, agrega Pacheco.

Fue tanto el gusto que despertó en Mariana el café colombiano cuando vino de visita, que de vuelta a su país llevó consigo algunos de los productos del Café de los Arrieros para compartir con su familia y al mostrar en sus redes sociales sobre cómo fue participar en el Centro de Experiencias, las personas comenzaron a preguntarle cómo adquirir el café. Ella dice emocionada que le escribían “‘oye, sabes qué, quiero café, café colombiano.’ Porque aquí en México pues sabemos que el mejor café es el colombiano”, entonces eso hizo que ella se convirtiera en intermediaria para llevar más café a su país y los comentarios positivos que recibió después fueron más. “Las personas me dijeron que están muy emocionadas porque es la primera vez que tienen un pedazo de Colombia, auténtico, 100% colombiano y empacado por manos colombianas”, añade Ordáz.

El café tolimense habla de experiencias, historias de todos aquellos que participan en la cadena del café. Eventos como la Macrorrueda 100 de Cartagena, uno de los eventos de comercio más recientes y uno de los más importantes encuentros internacionales para el país se convierten en espacios propicios para dar a conocer los aromas del café cultivado en el Tolima. Junto con otros 40 emprendedores, Camilo estuvo allí presente acompañando a Nicolás en nombre del Café de los Arrieros y cuenta maravillado como en este y otros eventos similares “Nicolás llegaba y exponía el café; huelelo, pruébalo, saboréalo, teníamos un termo y se lo dábamos a probar y ellos quedaban cautivados. No es algo que viniera como de un plan estratégico en el que dijéramos: primero vas a darle a probar, primero vas a… No. Nacía de la propia naturaleza de la empresa querer exponer el café. Con la posibilidad de que cierren un negocio, no. Simplemente era dar a conocer esa historia, exponer el amor que uno tiene por su producto y por el amor que se tiene al Tolima como departamento caficultor”.

Desde la semilla, hasta el producto que llega al consumidor el café recorre todo un trayecto hacía la especialidad. El director de exportaciones del Café de los Arrieros añade que el proceso de llevar el café tolimense al mundo es complejo y riguroso, ya que “cuando hablamos aquí de cafés especiales, necesitan un proceso de trazabilidad muy alto, son cafés que tienen un puntaje, tienen alta calidad, un proceso de cosecha y postcosecha, y ya consumidores finales bastante especializados, muy técnico”. Por ello, Carvajal considera que estos espacios para generar lazos más directos de comercialización son importantes para seguir fomentando el crecimiento de los caficultores y demás miembros de la cadena. Sin embargo, añade que se requiere un mayor acompañamiento en materia de exportación para aquellos emprendedores que tienen un producto de calidad, pero que debido a la falta de conocimiento sobre estos temas técnicos no han podido llevar sus productos a otros países, para que más personas sientan el aroma del café tolimense de especialidad.

Fotografías: Salomé Suarez Valderrama.

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