Durante mucho tiempo, se creyó que el embarazo debía asociarse con el menor esfuerzo físico posible, casi como una etapa de reposo permanente. Sin embargo, hoy la medicina y la ciencia coinciden en que mantener una vida activa durante la gestación no solo es seguro, sino altamente beneficioso para la madre, el bebé y el desarrollo del embarazo en general.
Múltiples estudios confirman que mantenerse activa durante el embarazo ayuda a regular el peso, mejorar la circulación, mantener estables los niveles de azúcar en sangre y reducir el riesgo de padecer complicaciones como diabetes gestacional, hipertensión inducida por el embarazo y dolor lumbar. Además, favorece una mejor postura, disminuye la fatiga, mejora la calidad del sueño y eleva el estado de ánimo gracias a la liberación de endorfinas.
Los beneficios se extienden también al bebé. Un estilo de vida saludable durante la gestación contribuye a un crecimiento fetal adecuado, mejora la oxigenación y el paso de nutrientes a través de la placenta, y reduce el riesgo de nacimientos prematuros o bajo peso al nacer. Además, se ha observado que los hijos de madres activas durante el embarazo tienden a desarrollar mejores patrones neuromotores y a tener menor propensión a enfermedades metabólicas en la infancia.
En cuanto al parto, una madre que ha mantenido su cuerpo activo tiene mayor resistencia física, mejor capacidad respiratoria y muscular, lo cual puede facilitar el trabajo de parto y disminuir el riesgo de intervenciones como cesárea o el uso de fórceps. También se ha relacionado con una recuperación posparto más rápida y efectiva.
Una de las dudas más frecuentes es si se puede hacer deporte durante el embarazo. La respuesta es sí, las mujeres embarazadas sanas pueden y deberían, realizar ejercicio físico moderado al menos 150 minutos por semana. Caminar, nadar, hacer yoga prenatal, ir al gimnasio o montar bicicleta estática puede resultar muy beneficioso, siempre que se trate de un embarazo sin complicaciones y se cuente con autorización médica. En estos espacios, las mujeres embarazadas pueden realizar entrenamientos adaptados que incluyan ejercicios de fuerza ligera, movilidad, cardio de bajo impacto y estiramientos.
Este hábito ayuda a mejorar la circulación, controlar el aumento de peso, aliviar dolores musculares y favorecer el descanso. También mejora el estado de ánimo y disminuye los niveles de ansiedad, gracias a la liberación natural de serotonina.
Pero el ejercicio no lo es todo. La alimentación durante la gestación también requiere atención especial. Lejos de la idea de “comer por dos”, lo recomendable es comer con el doble de calidad. Incluir proteínas, frutas, verduras, cereales integrales, grasas saludables y mantenerse bien hidratada son claves para un desarrollo fetal adecuado. Una dieta equilibrada también ayuda a evitar problemas comunes como la anemia, el estreñimiento o el exceso de peso, que pueden complicar tanto el parto como el posparto.
Cada embarazo es distinto, y por eso es esencial escuchar al cuerpo y seguir las recomendaciones médicas. Pero lo que hoy está claro es que embarazarse no significa detenerse. Significa moverse de forma consciente, cuidarse con intención y entender que el bienestar materno empieza por la salud diaria. Porque el embarazo también se entrena, y cuando se hace bien, los beneficios se sienten antes, durante y después del nacimiento.
Hoy se vive una transición importante en torno a la salud materna: el embarazo ya no se asocia exclusivamente al descanso, sino a un proceso activo donde el bienestar físico y emocional van de la mano. Moverse, respirar, comer bien y escuchar el cuerpo son acciones que no solo favorecen a la madre, sino que influyen positivamente en el desarrollo del bebé. Porque estar embarazada no significa parar: significa cuidarse mejor que nunca.