Muralismo: la esperanza del cambio a través del color

Pinceladas de historias enmarcadas en la nostalgia del arte.

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Daniela Florian

Aportar a la sociedad por medio del muralismo para resignificar espacios es uno de los motivantes de Tiago Castillo, muralista y maestro en Artes Plásticas y Visuales, quien ha pintado a lo largo de cuatro años más de 200 murales en todo el Tolima. Además, ha participado en diferentes proyectos sociales.

“He intervenido en lugares en dónde están los firmantes de paz, en donde ha habido violencia, con indígenas, con diferentes comunidades”.

Estas contribuciones le han dejado a Tiago varias experiencias que han marcado su trayectoria pero sobre todo su espíritu artístico. Una de estas vivencias ocurrió mientras realizaba sus estudios en la Universidad del Tolima: en una vereda de Rioblanco pintaron un espacio en el que la guerrilla perpetró una masacre, lo siguiente tuvo más relevancia que la cruda historia del lugar.

“llegó un militar que estaba haciendo por ahí guardia y él se acercó a mí y me dijo que él era de Nariño, que él siempre quiso estudiar artes, pero que se había decidido por las armas, porque el papá le había dicho, pero que gracias al vernos pintar y tan por allá que él iba a terminar de pagar el servicio y se iba a poner a estudiar artes, que era lo que quería.”

Que esto sucediera le significó una reflexión en la que el solo hecho de cambiar el contexto y la visión del lugar le permite a las personas que habitan esos territorios tomar decisiones como dejar un arma y cambiarla por un pincel, una cámara, o tal vez un libro. Allí en medio de ese entorno y con esa experiencia, Tiago comprendió la relevancia y el impacto social e individual que generan los colores.

Retos de la transformación

El camino no solo le ha dejado experiencias satisfactorias, han habido algunas otras que demeritan el trabajo que hacen los muralistas, tal es el caso de 25 murales que realizó en conjunto con el colectivo Capiazules y el Ministerio de Cultura, de los cuales, dos fueron vandalizados, los taparon a la mitad. Aunque Tiago entiende las repercusiones de pintar en la calle, si menciona que hay una falta de conciencia y de respeto hacía el trabajo de otros, puesto que, los murales no tienen implicaciones políticas, más bien buscan construir tejido social para visibilizar los espacios de la ciudad. Otro aspecto que no ha sido fácil en medio de su trabajo es el de tocar puertas, aunque ya por la experiencia le conocen más, si es cierto que las personas pueden ser un poco reacias a este tipo de muestras artísticas, como en el proyecto de El Salado con el festival:

“la gente estaba un poco reacia a los murales y como no se hacía tanto y se tenía un poco estigmatizado pensando que era más hacia el graffiti, que pues tienen una connotación ilegal y contracultural, entonces pues la gente no, no entendía bien esto”

Desde luego, ahora ha cambiado mucho, como él mismo lo cuenta, le piden que haga talleres y que intervenga espacios pues las personas han entendido que una pintura puede significar la transformación de un espacio social o del día a día de una persona. Así le aconteció a Tiago cuando llevaba dos horas dentro de una competencia en el Eje Cafetero, en medio de la intervención a una zona vulnerable. A cada uno de los participantes muralistas se les asignó la fachada de una vivienda, pero llegó uno de los habitantes y le mencionó que no era posible seguir pintando allí pues si continuaba el mismo se iba a encargar de quitar el dibujo, solo quedaba una casa cuyas paredes estaban construidas en tablas, a él le dijeron que si quería podía pintar allí, así que accedió, al llegar la dueña de la casa esa noche;

“vio que sí le habían pintado la casa y pues ella me agradeció, me abrazó, me dijo que ella le había pedido a Dios una casa nueva y que para ella eso era una casa nueva”.

El turismo inmerso en los colores de El Salado

“Visitar el salado es como si le dieran un abrazo en las mañanas… yo me acuerdo que mi abuelo me llevaba por las mañanas, los domingos a la plaza, Entonces siento que esa sensación o ese sentimiento de esa memoria es muy bonita y sería muy chévere compartirlo con las personas”

Iniciar la ruta turística de muralismo en El Salado es importante para Tiago porque allí hay una serie de espacios estratégicos, la plaza, la iglesia, las fincas cercanas, la lechona, el parque y todo el comercio. Entonces lo que buscan con los murales es crear un mapa, una cartografía para que las personas guiadas por los dibujos, realicen turísmo cultural y puedan apreciar la identidad del territorio tolimense, la música, la biodiversidad, la cultura y antojarse de viajar a esos maravillosos lugares que tiene el departamento.

A pesar de las dificultades a la hora de desarrollar este proyecto, para el colectivo es fundamental que se puedan ir añadiendo personas y que estos recorridos se fortalezcan y perduren en el tiempo. Mientras tanto, se tiene en proyección como parte del colectivo, ofrecer cursos vacacionales de cerámica, pintura y dibujo, para niños y niñas.

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